Le Corbusier trabaja prácticamente durante toda su vida en la idea de desarrollar un museo del siglo XX.

Desde 1929, con su proyecto del Museo Mundial de Ginebra, va elaborando el concepto del Museo de Crecimiento Ilimitado que se pone en práctica, limitadamente, en sus realizaciones de Tokio (1957), Ahmedabad (1956) y Chandigarh (1970). Acompañando al conjunto de piezas que constituye el Museo Nacional de Bellas Artes de Tokio, aparece una imagen de la caja de los milagros: un pequeño teatro, un espacio de representación, una caja mágica que guarda todo lo que se pueda desear.

El pabellón del colegio oficial de arquitectos se propone reinterpretar esta idea de caja de los milagros para desarrollar el tema y el contenido del pabellón.  

Una "caja", pues se concibe como un espacio cerrado al exterior, sin más aberturas que las necesarias para acceder a su interior, y dos pequeños huecos para poder ver lo que dentro acontece.  

"De los milagros" pues su contenido pretende mostrar una selección de arquitectura de vivienda desarrollada por sus colegiados en estos últimos años, intentando abarcar el mayor campo posible de actuaciones que va desde la vivienda unifamiliar de iniciativa privada hasta la vivienda colectiva protegida, pasando por rehabilitaciones, reformas y vivienda experimental.  

Recuperando esa idea de Le Corbusier para un museo de crecimiento ilimitado, como espacio de exposición, se recurre a la utilización en su interior de materiales que permitan que el espacio "crezca ilimitadamente", gracias a los reflejos que dichos materiales introducen.  

Se consigue de este modo, una verdadera "boîte à miracles", por su contenido y por su definición espacial.  

Una vez dentro, en un espacio blanco, lleno de luz blanca que se busca muy intensa, los diferentes paneles verticales elaborados por los participantes, dispuestos a la misma altura, en todos los muros del pabellón, de manera real o virtual, explicarán los diferentes proyectos seleccionados. 

El espacio interior se multiplicará gracias a los espejos colocados en algunos de los muros, provocando que la "caja" sea mucho más grande por dentro que por fuera, creando un espacio complejo real-virtual en el que todas las obras se multiplicarán,  convirtiéndose unas en reflejos de las otras, así como los visitantes, que podrán verse a si mismos, podrán ver a los otros y podrán ser vistos por los otros.