La peor penitencia es que algunos sueños se vean cumplidos.
La segunda penitencia es la respuesta a dos preguntas ¿Cómo se puede enviar a la cárcel a alguien cuyo crimen, entre otros, ha sido haber destrozado el paisaje? ¿cómo se le envía a una cárcel extranjera en territorio virgen, sin perjudicar ni a ese paisaje ni a ese país?
Construir una cárcel completamente nueva para alguien que ha alicatado todo lo que ha podido y más cualquier palmo de suelo suena contradictorio. Por ello, la segunda penitencia (entendida como tal) es rehabilitar, reutilizar una antigua infraestructura en desuso, asociada además a la memoria de la explotación de ese territorio virgen en el que se ubica: un antiguo cargadero y almacén de carbón.
Como los parásitos que son, se hace patente su condición al ocupar el antiguo edificio. Además, cada celda va asociada a las oscuras ambiciones y sueños de cada personaje, volviéndose en su contra. Cada una posee una parte exterior al edificio y otra dentro del mismo. Las camas están situadas todas en la parte exterior, acristalada. Al haber seis meses seguido de sol, irónicamente, el paisaje les devuelve la jugada que ellos mismos hicieron a sus víctimas: quitarles el sueño.
Los visitantes podrán tomar el antiguo teleférico del carga del carbón desde el aeropuerto, con el que podrán disfrutar a una cota elevada del espectacular paisaje hasta llegar al objetivo principal de su visita.