El Templo contemporáneo o Capilla laica no está diseñado pero es real, nunca se le ha buscado un sitio entre las redes de la Metrópoli. Tiene la capacidad de transportarnos a lugares que no hemos visitado. El tiempo,
con la meditación se paraliza.

El Templo reside en los pocos que lo desarrollan en su interior. Lugar tranquilo y controlado, como una esfera que espera que la enciendan. El Templo es un santuario, es geometría, es expresionismo, una cápsula
que proyectamos para transportarnos. El entorno urbano sin embargo es solo Espacio, conjunto de conexiones de parámetros físicos. No existe relación intima. Pero sí el medio arquitectónico se mimetiza con el usuario se crea una conexión entre ellos. Convierte el Espacio en Lugar. El Templo debe ser ese Lugar de relación.

Búsqueda: La ciudad perpetua su proceso de antropización y requiere mecanismos externos de pura geometría para devolver la paz al hombre.

Las leyes son distintas a las de la gran ciudad, sus formas no se adaptan a las demás, sólo intentan seducirlo, restringirlo, pero no pueden, el Templo es pureza que perfeccionamos día a día. Nosotros iluminamos la Ciudad desde el Templo y la convertimos en Lugar : Somos Ciudad.
El Templo actúa además como catalizador de energía que la transmite a pequeños pabellones móviles que recorren la ciudad. Éstos pabellones guían a los usuarios para encontrar la luz, desplazándolos al gran centro de meditación colectiva.