Desde el primitivo asentamiento de Canca a la ciudad actual, heredera de la Illuro romana, Álora evolucionó hasta encontrar en el Cerro de las Torres las condiciones propicias para establecerse definitivamente. Una posición destacada sobre el valle del Guadalhorce, puente entre la Costa del Sol y el interior de la provincia de Málaga. En esta fértil huerta, tesorera de un rico legado histórico y natural, Álora se yergue dominando el paisaje, convirtiéndose así en el punto de referencia de una región motor del desarrollo de las poblaciones que acoge.
El proyecto atiende a la actuación en el Arrabal histórico potenciando aquellos rasgos que definen la identidad del lugar, buscando la singularidad en las profundas raíces de su extensa y variada historia. De esta manera, el antiguo adarve de la muralla que protegía “Álora la bien cercada” se convierte en etapa intermedia de un extenso recorrido de miradores y puntos singulares donde se entrecruzan parajes naturales de gran belleza, extensas tierras de cultivo y, sobre todo, un importantísimo patrimonio arqueológico. Un paseo interior en cuya construcción se vayan descubriendo los restos ocultos de unas murallas que fueron su mayor valor y que han quedado enterrados bajo el peso de los siglos.
La propuesta toma el recorrido como recurso capaz de incorporar el paisaje y construir una narración que relacione la escarpada orografía en la que se inserta y la historia, reivindicando el tiempo cronológico como material de proyecto. A su vez, la intervención trabaja la imagen que ofrece la pequeña y la gran escala, recuperando técnicas, materiales y elementos constructivos tradicionales para actualizar y reinterpretar lo identitario, sin pintoresquismos.
El proyecto se resuelve con un solo material. Se utiliza la piedra del lugar para resolver pavimentos, peraltes y muros. Se genera una imagen unitaria y se trabaja con la materia prima del valle. Se plantea que ahora, como siempre, Álora esté hecha de Álora.