La demanda del cliente consistía en construir una vivienda unipersonal sobre un antiguo aljibe de piedra. Dicho lugar, objeto de sucesivas reutilizaciones a lo largo del tiempo, alcanzó su configuración definitiva hacia 1955. Tiene dos niveles, está orientado y se ha mantenido inalterado desde entonces. Forma parte de un entorno suburbano de baja densidad y pertenece a un modelo de desarrollo periférico característico del primer tercio del siglo XX: las colonias de veraneo de la sierra madrileña. Vegetación típica de monte bajo, incrementada con especies no autóctonas aunque compatibles, condicionadas por el clima continental seco de la zona (veranos muy calurosos e inviernos muy fríos).
Inicialmente fue un aljibe subterráneo conectado a un pozo que suministraba a la vivienda principal y original de la finca, con una planta informal a causa, seguramente, de la búsqueda del mejor acomodo entre conformaciones rocosas. El desnivel del terreno propició que su cara sur emergiera parcialmente y adoptara la imagen de un potente muro de contención que limitaba, por éste lado, una plataforma superior pavimentada en la que, a su vez, se emplaza el brocal del pozo y que se utilizó como zona estancial y, ocasionalmente, como espacio de celebraciones. Cuando el aljibe dejó de cumplir su función, pasó a ser utilizado como almacén, trastero y depósito de toda clase de objetos, sin más adaptación que la apertura de un acceso: un hueco practicado en el muro. Su configuración constructiva interior quedó entonces completamente a la vista. Esta fue la primera reapropiación. Pero el lugar siguió manteniendo su carácter inicial como espacio exterior disponible, que ocultaba, bajo tierra, un almacén.
La reapropiación definitiva se produce con la adaptación del lugar para resolver el encargo. No se modifican el entorno próximo ni se altera la toponimia del lugar, al contrario, se aceptan las preexistencias como pautas de trazado (la curva de la fachada acristalada es la misma que antes marcaba un escalón en el pavimento de piedra a conservar). Sobre la antigua plataforma aparece un objeto posado que avanza en vuelo sobre el vacío producido por el desnivel del terreno. La rasante inferior se rebaja ligeramente para, con la ayuda de un nuevo muro envolvente, generar un porche fuera ya del ámbito de la plataforma de piedra que ahora es, a la vez, exterior e interior.
La planta superior de la vivienda ocupa el nuevo volumen construido mediante un sistema prefabricado a base de paneles de madera contra-laminada de abeto, despiezados en taller y ensamblados en obra sobre una nueva estructura metálica que no interfiere estructuralmente con la existente compuesta de piedra, ladrillo y hormigón. Conforma un gran espacio que funciona como estancia abierta (estar-comedor-cocina), comunicando la casa con el jardín común de la finca. La planta inferior, parcialmente enterrada, acoge las estancias de mayor privacidad y recogimiento, espacios fragmentados abiertos a un patio inglés y a un jardín artificial `ex-novo´, en contraste con el gran jardín existente.
El diseño de la envolvente del nuevo volumen, con un alto grado de aislamiento térmico, atendiendo a una distribución de planos ciegos/abiertos que optimiza la iluminación natural y la ventilación natural cruzada (en respuesta a una geometría orientada e imbricada en la vegetación existente y en el nuevo ajardinamiento exterior como acondicionador pasivo verano/invierno), junto con aquellas condiciones que le son propios al volumen existente del aljibe (masividad, ventilación natural, distribución de huecos y macizos, espacios parcialmente enterrados o “efecto cueva”), refuerza el planteamiento energético de la casa basado en medidas fundamentalmente pasivas.