Maraña, León. A los pies del macizo del Mampodre, los veranos son cortos y calurosos. El viento del cierzo adelanta al otoño la llegada un invierno blanco. La primavera llega silenciosa durante el día, cambiando cada mes los colores de un paisaje tan increíble como inesperado.
La localización fue uno de los factores determinantes en el diseño de este proyecto. El objetivo era proporcionar un espacio que se abriese al paisaje, y al mismo tiempo, se protegiese de él cuando fuese necesario. Estos condicionantes, junto con el reducido programa demandado, incitan a que la vivienda se desarrolle en un volumen compacto, reduciendo así las pérdidas energéticas por la envolvente.
Las formas de habitar la pequeña vivienda, determina la distribución de las estancias diseñadas, configurando una gran sala volcada al sur, retranqueada, donde se realizan la gran mayoría de las actividades.
Una de las características de este proyecto, era la posibilidad de abrirse y cerrarse al entorno de forma flexible. Para ello, cada hueco en fachada posee unas contraventanas a modo de celosía, que continúan con el ritmo en fachada. Estas contraventanas proporcionan un efecto de volumen compacto cuando la vivienda está completamente cerrada, y permiten al mismo tiempo regular en cada estancia la entrada de luz.
La construcción se realizó con un sistema de mixto de pórticos y madera contralaminada que permitió una rápida ejecución de la estructura en pleno invierno. El revestimiento exterior está compuesto por tablas de alerce siberiano natural, y tratado.
El proyecto se integra en el paisaje de colores grises y ocres de la montaña leonesa, dando lugar a un refugio donde ver, sin ser visto.