El cabello humano.
¿Qué tipo de historias, (si es que las hay) pueden ser contadas a través de las sustancias que contienen los cuerpos que habitan, navegan, respiran y procesan los múltiples tipos y condiciones ambientales contemporáneas que en él se almacenan?
Este material, que crece y se desecha sin esfuerzo, a su vez, registra y documenta la toxicidad contenida en el cuerpo humano como consecuencia del entorno, y mediante su intercepción y utilización, permite proporcionar un nuevo material y una nueva lectura del medio que nos rodea.
Estos dos elementos complementarios fueron los que se tuvieron en cuenta para la realización de Foll(i)cle, un proyecto realizado para la semana del diseño de Bangkok, que se basaba en la realización de un pabellón temporal cuyo material principal fue cabello humano desechado, proporcionando una ubicación fija para el activismo público. Mediante un protocolo de interacción, invitaba al público y les presentaba un dispositivo centralizado que alojaba todo el equipo y la información necesarios para proporcionar muestras de cabello de forma anónima y voluntaria para el análisis de metales pesados; un espejo, tijeras y una bolsa hermética combinada con un único código alfanumérico para vincular a la persona con su muestra, por último, mediante un cuestionario se preguntaba, entre otras cosas, entornos de vida y trabajo.
Los datos se convertirán en una toxi-cartografía interactiva de acceso público.