El contexto sobre el que se plantea esta reforma es el de una casa de mediados de los años 60, con una distribución excesivamente compartimentada para un espacio reducido de 68 m2 y un sistema constructivo complejo que condiciona cualquier intervención. Para solventar estas limitaciones es necesario potenciar otros elementos propios de la vivienda como la orientación sur-sureste, que favorece unas estancias luminosas y ventiladas en sus dos fachadas, además de una confortable mirada hacia el Muelle Uno del puerto de Málaga.
Con estas premisas y atendiendo a diferentes necesidades domésticas, nos centramos en la pasión del cliente: los libros. En este caso, no se trata solo de una herramienta de trabajo o fetiche personal, sino del libro como argumento de proyecto capaz de construir la casa y como constante en la vida del escritor. El libro ya no está colocado en algún lugar de la casa, sino que la casa está vinculada a la presencia misma del libro. Para materializar esta relación libro-escritor damos continuidad al soporte, es decir, la librería misma desborda su ámbito conocido –la sala de estar– y se extiende como una estructura tridimensional, desde la puerta de entrada hasta la misma cama, para llegar a organizar la forma de habitar la casa. Una nueva librería que, en su desarrollo, hace de catalizador del resto de funciones domésticas (almacenamiento, higiene, trabajo, ocio y reunión) a la vez que funciona como filtro entre las zonas privadas y las zonas comunes, y como infraestructura técnica que conduce todas las instalaciones del hogar.
[…] las estructuras se componen de un esqueleto tridimensional continuo cuyos huecos se utilizan como hábitat para una sociedad móvil.
Yona Friedman. La arquitectura móvil (1978)