Se propone una intervención integral en una vivienda situada en el centro de Granada y con marcado carácter longitudinal en su distribución original: alcanza los 15 m de fondo desde el ingreso, en la cara norte, hasta la fachada a plaza Gran Capitán, en el extremo sur. Como consecuencia de ello encontramos todas las estancias de la vivienda volcadas a una fachada lateral y, en paralelo, un corredor-distribuidor interior. Este esquema doméstico polariza, de manera evidente, los espacios servidores y los espacios servidos, siendo el propio corredor un incómodo protagonista en el modo de habitar la vivienda.
Nuestra respuesta arquitectónica a este contexto viene, inevitablemente, condicionada por los movimientos en el interior de la vivienda y la forma de recorrerla. Es, precisamente, esa forma de desplazarnos, de moldear el aire a nuestro paso, la que talla cada volumen. El resultado es una concatenación de estancias conectadas por un paseo arquitectónico, un recorrido que es pretendidamente fluido y natural en la medida en que está sometido a la acción misma del caminar, donde no existen líneas rectas, sino curvas.
Tres curvas son las que nos conducen a nuestros destinos –cocina, dormitorios, baños y salón–, cada una cualificada por un material –madera, piedra o arcilla–. Tres curvas son las que construyen la casa.
La arquitectura árabe nos da una enseñanza valiosa que se aprecia al caminar, a pie; es caminando, moviéndose, cuando vemos el desarrollo de las ordenanzas de la arquitectura. Es un principio contrario a la arquitectura barroca que se concibe sobre el papel, en torno a un punto teórico fijo.
Le Corbusier & Pierre Jeanneret. Oeuvre complète. (1955)