El proyecto consiste en un edificio de uso mixto, contemplando habitación colectiva y espacios de servicios de utilización no definida, a ubicar en Vale de Cambra, junto a la carretera nacional (N224).

Los requisitos del proyecto eran claros e estaban definidos desde el primer momento: la construcción debería ser rápida, económica y modificable, según las diferentes necesidades que pudieran surgir. Este encargo nos ha impulsado a utilizar elementos prefabricados y a dejar algunas partes del proyecto indefinidas, teniendo como objetivos principales la rapidez de la construcción, la flexibilidad y la optimización de los recursos.

Los dos programas que componen el edificio son posicionados en dos niveles diferentes: la planta baja es ocupada con espacios de servicios multifuncionales, en contacto directo con la vía pública, y la planta superior es destinada a las unidades de habitación: seis pequeñas casas / habitáculos con 45m². Se crea un acceso independiente para cada uno de estos programas, puestos en diferentes niveles, y así también sacando partido de la pendiente natural del terreno.

Paneles estructurales prefabricados de hormigón delimitan y sustentan perimetralmente la planta baja, que fue concebida a fin de permitir el cambio de la cantidad y de la disposición de las paredes divisorias interiores, o simplemente su eliminación, convirtiendo así toda esta área en un grande espacio abierto.

La planta superior está integralmente compuesta por paneles prefabricados de hormigón. Considerando que el área máxima de construcción permitida para este lugar era muy limitada, el espacio vacío exigido ha sido utilizado como separación de las distintas unidades de habitación. Concebido y licenciado como una fracción de habitación colectiva, con estas separaciones el proyecto incorpora las principales ventajas de la habitación aislada unifamiliar: entradas claramente individualizadas y una completa separación acústica entre las distintas unidades.

El material predominante en la estructura y composición del edificio (el hormigón armado) queda claramente visible en toda su extensión (tanto en el interior como en el exterior), sin pinturas ni revestimientos, lo que contribuye a una reducción de costes y del impacto ambiental de esta construcción, por la supresión de materiales adicionales y de la mano de obra asociada a su aplicación.

Este ahorro de medios y de recursos da como resultado una aceleración del tiempo de construcción: los distintos componentes del edificio son concluidos en fábrica y son montados in situ en su forma y acabado finales, lo que soluciona simultáneamente los problemas estructurales y de aislamiento.