Se entiende que la eficiencia, más allá de su significado asociado a la energía, puede venir de la organización o desarrollo del propio programa. Una planta podría ser eficiente por sus posibilidades de uso o por la estrategia de localización de sus actividades. En este sentido, la premisa básica de este proyecto es la construcción, en un entorno rural, de un cobertizo ganadero que sea capaz de convertirse en vivienda si en un futuro, la normativa lo permitiera. Se trata, por tanto, de un único proyecto que debe resolver dos plantas de una sola vez.
El volumen genérico y normativo se orienta diagonalmente con respecto al eje Norte-Sur. Se trata de una orientación utilizada por los antiguos caseríos como primer acto primigenio de eficiencia energética.
Toda la complejidad se esconde en el interior de este volumen abstracto. En la fase de programación se busca por separado, para cada uso, la localización óptima de sus partes programáticas. De la superposición de estas dos plantas base se descubre el corral de recepción que pudiera convertirse en dormitorio, la zona de esquilaje que se transformaría en cocina, la zona de cobertizo general que haría las veces de salón o los bebederos y comederos actuales que podrían adoptar las funciones de ducha o chimenea en el futuro.
Esta dualidad se traduce espacialmente en planos de madera desplegados que conforman tanto la estructura como los cerramientos interiores. Visiones transversales atraviesan el interior del edificio, fugando en elementos del paisaje lejano y conectando así, la complejidad programática interior con el entorno.