Una vivienda sencilla en el barrio de Puerta del Ángel, cerca de la Quinta del Sordo. Un lugar donde expresar las inquietudes artísticas de 30 jóvenes que vieron en Casa Antillón el escenario idóneo en el que representarlas.

Nace por tanto con la intención de conocerse mejor. La casa, donde se han encontrado siempre para tomar vino, es ahora un espacio de reunión entre amigos y conocidos que intercambian reflexiones sobre arte.

Tiempo y espacio forman parte del carácter del lugar. La fugacidad es un ingrediente que entienden como cualidad y la escala, alejada del espacio expositivo convencional, favorece la performatividad.

Un salón, tres habitaciones, una cocina y un baño. La vida cotidiana convive con la creativa y el arte así se empapa de domesticidad. El visitante entonces forma parte del diálogo entre hogar y exposición, que conversan despreocupados. 

Una exposición piloto que desvela al invitado el potencial del lugar, maneras conocidas de habitar una casa, experiencias imaginadas de vivir un hogar.