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  • INCENDIO

    Bosques quemados
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ARQUITECTURAS PARA LA REGENERACIÓN DE PAISAJES QUE ARDIERON

Aprendimos a habitar resguardándonos de la naturaleza. Nunca pensamos cómo habitaríamos entre sus cenizas. Ante el fuego, los bosques arden y los ecosistemas perecen. La acción antrópica tiene un efecto entrópico sobre el territorio. Ante esta situación, las estrategias post-incendio se vuelven cada vez más necesarias para garantizar la regeneración ecológica. Debemos entender cómo actuar sobre del depósito de materia silvestre dañada.
¿Qué ocurre con la madera de los árboles quemados tras un incendio? La respuesta extractivista es la opción más extendida. La saca, es decir, el acto de extraer este estrato natural para deslocalizarlo y comercializar su materia prima, ha sido el procedimiento más empleado para lidiar con los territorios dañados. Sin embargo, esta forma de intervención puede modificar el paisaje y su estructura, impidiendo su posterior regeneración. Por ello, estas estrategias están siendo sustituidas por otras más sensibles y afines con intervenciones pasivas. Si dejamos la madera quemada en el ecosistema dañado, se provee de un legado biológico que promueve la regeneración natural, aportando nutrientes y favoreciendo las interacciones mutualistas entre especies. Así, aprendiendo de estos nuevos enfoques, podríamos experimentar con cómo las huellas con las que intervenimos en el paisaje podrían participar en su propia restauración. El proyecto Incendio opera en este contexto.
Tras la quema del territorio, la intervención parte de la rehabilitación de una Masía, una tipología arquitectónica tradicional en las zonas forestales de España. La estrategia es la de rodear la ruina de su fachada de piedra con un estrato de la madera quemada que permita reconstruir dos hábitats. La intervención media entre recuperar un interior antropizado y un exterior endémico. Por ello, este nuevo estrato, a la vez que acondiciona un espacio doméstico, actúa como un depósito orgánico donde puedan crecer multiespecies y por tanto se recobre la biodiversidad perdida.
El espacio interior está definido como el intersticio entre el estrato-madera agregado y el escombro-piedra original. A medida que la distancia entre ambos límites se contrae y expande, se dibuja una concatenación de subespacios donde se desarrolla la vida. El sedimento exterior se va descomprimiendo en diferentes grosores y a diferentes alturas para establecer una topografía, que servirá de soporte para reapropiarse del espacio. Para acomodar las estancias, una serie de objetos neo-primitivos de madera quemada se colocan estratégicamente a lo largo de la intervención.
Con el transcurso del tiempo, entre estas piezas de mobiliario iría creciendo la vegetación. Su presencia empezaría a invadirnos. Emergería una manera radical de lo que supone habitar en el bosque. Una arquitectura más-que-humana que podría permitir la restauración de nuestros ecosistemas. Quizás, al entender el esfuerzo y sacrificio que implica habitar en la reconstrucción de un paisaje, empezaríamos por prevenir su destrucción.

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IX Edición 2022-2023