La sección Arco 40+1 se concibe como un museo imaginario. Una intervención que plantea la inversión de las lógicas espaciales de las ferias de arte.
Frente a una distribución tradicional, en la que el espacio de cada cada galería es normalmente percibido como un exterior accesible desde un pasillo; la sección 40+1 se concibe como una experiencia puramente interior, como una secuencia de estancias concatenadas que importan el contexto museístico a la feria.
Todo el interior es contenido. Cada galería dispone de un espacio idéntico pero adaptado a los requisitos de las piezas expuestas. Casi como si atravesásemos salas de un museo, la sección prescinde de espacios de circulación, planteando la deriva del visitante desde una habitación a la siguiente.
Esta migración de la arquitectura ferial a la museística se intensifica a través de un cambio en el ritmo de la circulación. Para ello, la planta reticular del proyecto se gira 9º, rompiendo la ortogonalidad con respecto los recorridos del resto de la feria y generando una deceleración en el tránsito del visitante.
Es precisamente ese gesto, rotar la matriz, el que genera un elemento arquitectónico inesperado. Una piel exterior que funciona como archivo. Un espacio remanente entre reticula y perímetro. Una piel con espesor, dotada de programa, que se engruesa y no sólo sirve de soporte para exponer el archivo histórico del 40 aniversario sino que incorpora contenido arquitectónico: una zona de trabajo, una sala de proyecciones, una zona de reuniones, y la hemeroteca de ARCO.
Por último, la sección se divide en dos al ser atravesada por el pasillo central de la feria, que corta dramáticamente la retícula e introduce al visitante directamente en ese interior museístico.
El proyecto de la sección 40+1 no tiene alzado arquitectónico, porque su alzado es precisamente el contenido del mismo, las obras expuestas por galeristas y artistas, así como la propia historia de los cuarenta años de la feria.