La actividad industrial en el centro la ciudad de Madrid ha ido perdiendo su peso paulatinamente en los últimos 30 años, hasta encontrarse en la situación actual, en la que dicho uso prácticamente ha desaparecido. Las causas son similares a las de muchos otros centros urbanos; por una parte la normativa de protección ambiental en términos de ruido y emisiones y por otra el aumento del valor del suelo, provocaron la emigración de estos usos a la periferia de la ciudad. Como consecuencia las naves industriales urbanas han ido quedando obsoletas, siendo empleadas fundamentalmente por los pequeños gremios que todavía retienen estas propiedades. La mayoría de estos espacios se encuentran en las plantas bajas de edificios residenciales, extendiéndose más allá del fondo del edificio e invadiendo el espacio de los patios de manzana. Tratándose ahora de una trama fundamentalmente residencial y comercial, que ya no requiere del uso de estos espacios de gran volumen y superficie, la normativa urbanística vigente busca recuperar los patios de manzana y por tanto el derribo de las estructuras que los ocupan. La herramienta empleada para ello es el cambio de uso, del uso industrial al uso residencial.
La modificación más drástica para realizar este cambio de uso supone la limitación del fondo de la edificación, que impide implantar el uso residencial en aquellas construcciones que invadan los patios de manzana, obligando a la demolición de las naves industriales que los ocupaban. El incentivo para realizar estos cambios de uso lo pone el mercado inmobiliario, provocando que el valor del suelo se pueda triplicar o cuadruplicar al convertirse en un espacio residencial, principalmente espoleado por la burbuja de los precios del alquiler que sufre la ciudad. Elements for industrial recovery trata de dar con herramientas urbanísticas y arquitectónicas que permitan mantener estas estructuras en un contexto que quiere verlas desaparecer.
CNM era en origen un espacio de almacenamiento consistente en una gran cubierta continua a dos aguas, cerrada lateralmente por muros prácticamente opacos. La propuesta busca abrir este espacio y reflejar el espíritu de su nueva propietaria: una artista cuyo trabajo se centra en la distorsión perceptiva desde lo tecnológico y lo digital. El proyecto toma estas premisas para generar una imagen distorsionada a través de un juego de capas materiales que se desdoblan, transparencias que se convierten en reflejos o espacios interiores que se dislocan para convertirse en exteriores, al modo en que Magritte jugaba con la percepción de lo visible y lo invisible en su célebre Le Blanc-seing.
El proyecto se materializa a través de un muro exterior en forma de gran arquería pétrea, acabada con un mortero rugoso a la tirolesa, perforado por huecos regulares que combinan vidrios fijos con puertas correderas, superpuestos los unos a los otros. Por otra parte se fuerza la imagen de continuidad de la cubierta, visible sin interrupción desde cualquier punto de la nave, perforada estratégicamente para iluminar ciertas partes del espacio. El resultado de la relación entre esta cubierta continua y esa gran arquería, que se dobla sobre sí misma, genera una serie espacios que se superponen, en los que el exterior y el interior o los distintos planos de profundidad se funden. Sólo dos volúmenes materiales marcan de manera intencional un contraste con el resto del espacio, funcionando como puntos de referencia que marcan el inicio y el final: dos piezas servidoras, que contienen baños, armarios, espacios de instalaciones y demás elementos de apoyo al espacio principal. La primera de ellas es un volumen amarillo , que marca la entrada al espacio, mientras que la otra es un volumen de madera que cierra el recorrido interior de la nave.
Por último, el proyecto de amueblamiento refuerza la idea de indeterminación del espacio a través de una colección de objetos que se mueven a través de los espacios, pudiendo arrastrar con ellos distintos usos a distintas partes de la nave. Estos objetos han sido dimensionados de tal manera que puedan atravesar la arquería, facilitando el tránsito entre espacios.