La antigua fábrica de tabacos posee unas características propias de un edificio industrial, como son su escala, calidad constructiva y espacialidad que redundan en una gran flexibilidad, que la nueva intervención debe respetar y potenciar. Pero al mismo tiempo, y manteniendo esas cualidades, para su total adecuación a su nuevo uso, plantea una serie de interrogantes, como son ¿Cómo mejorar su conexión con la ciudad, y resolver en continuidad el acceso con un esquema funcional claro?, ¿Cómo superar el hermetismo del edificio actual y abrir la actividad del centro al exterior?, ¿Cómo convertir la antigua edificación en un referente urbano?...
La fábrica histórica se complementa con un nuevo volumen que configurándose como una calle vertical, resuelve la relación de todas las partes del programa, así como la conexión del centro con la ciudad, además de potenciar la imagen iconográfica y de referencia urbana con la que ya cuenta el edificio fabril. Es de esta manera como el edificio actual de la fábrica mantiene su carácter de gran contenedor en el que albergar los nuevos usos con una flexibilidad máxima, posibilitando la reinvención espacial de sus naves y patios en función de la naturaleza de las actividades artísticas que se vayan a desarrollar. Mientras, la nueva pieza se sitúa en la fachada norte de la edificación preexistente, cosiendo los diferentes niveles de las circulaciones públicas como son el túnel bajo las vías del ferrocarril, la nueva plataforma a construir sobre las mismas o el nivel intermedio de la calle Duque de Mandas. Su construcción ligera y vidriada, de carácter industrial, permite que esta pequeña ampliación rompa el carácter hermético del edificio histórico, ofreciéndose como un escaparate de la actividad que se desarrolla en Tabakalera. Un escaparate volcado hacia la vida urbana de la ciudad y que transforme el edificio actual en un lugar abierto, de encuentro y de producción artística que devuelva el alma a la antigua fábrica.