Exposición colectiva sobre la ciudad en la que participaron diversos artistas y arquitectos cuyo objetivo era producir obras/instalaciones que permitieran reflexionar sobre la metrópoli y aquellos lugares de permanente cambio en ella, lugares en los que la ciudad deja de reconocerse para volver a encontrarse.
-SIN TÍTULO- (para la exposición Donde la ciudad pierde su nombre)
Diario de un hallazgo:
Salí a pasear por el barrio San Matías en Granada, una de las zonas históricas más emblemáticas de la ciudad de tradición innombrable, un lugar popular dedicado a la prostitución y al “intercambio” que ha convertido esta manera de subsistir, en una forma de vida. En su entramado urbano las relaciones entre vecinos trascienden la propiedad privada, y negocian apropiaciones y permutas entre arquitecturas que construyen una ciudad superpuesta a la visible. La cercanía de las fachadas en las estrechas calles convierten las ventanas en lugares a través de los que se descubre la privacidad de las casas, y los patios interiores en espacios de luz a los que se vuelcan las intimidades. Todos comparten, ceden, negocian y desean algo que posee el vecino, y entre ellos las relaciones pueden llegar a construir infinidad de parentescos.
El día en que salí a pasear buscando “donde la ciudad pierde su nombre” encontré una puerta de madera y cristal en un solar abandonado. La puerta era de una antigua casa derribada en este lugar días antes y junto a ella había un señor, observándola, como si a través de su cristal aún pudiera ver el paisaje deaparecido con la casa…
LAS CIUDADES Y LOS TRUEQUES. 4_(Las ciudades invisibles, Italo Calvino)
“En Ersilia, para establecer las relaciones que rigen la vida de la ciudad, los habitantes tienden hilos entre los ángulos de las casas, blancos o negros o grises o blanquinegros, según indiquen las relaciones de parentesco, intercambio, autoridad, representación. Cuando los hilos son tantos que ya no se puede pasar entre medio, los habitantes se marchan: las casas se desmontan; quedan sólo los hilos y los soportes de los hilos. Desde la cuesta de un monte, acampados con sus trastos, los prófugos de Ersilia miran la maraña de los hilos tendidos y los palos que se levantan en la llanura. Y aquello es todavía la ciudad de Ersilia, y ellos no son nada. Vuelven a edificar Ersilia en otra parte. Tejen con los hilos una figura similar que quisieran más complicada y al mismo tiempo más regular que la otra. Después la abandonan y se trasladan aún más lejos con sus casas. Viajando por Ersilia encuentras las ruinas de las ciudades abandonadas, sin los muros que no duran, sin los huesos de los muertos que el viento hace rodar: telarañas de relaciones intrincadas que buscan una forma.”