Frente a la expulsión del automóvil de los centros históricos, se propone una actuación simbiótica entre la remodelación de un espacio público y la colmatación del transporte privado. La propuesta introduce un orden urbano geometrizado por la cultura de los cultivos y el agua de la Alpujarra, que conecta el mercado y el Ayuntamiento mediante recorridos de naturaleza artificial dentro de la ciudad. No se considera necesaria la construcción de una nueva bolsa de aparcamiento exterior a la ciudad, sino que mediante la actualización de sus conexiones y el nuevo parque propuesto sobre un aparcamiento subterráneo, se obtienen todas las ventajas de nuevas instalaciones con el mínimo gasto. Así, superponiendo la distribución interior y la estructura topográfica artificial, una olvidada plaza del centro histórico se llena de vida por la incorporación de nuevos usos.
Los jardines se estructuran, en consonancia con el uso del aparcamiento, según la escala histórica de los elementos-paratas del cultivo alpujarreño. Desde las cotas superiores, y por una serie de amplias rampas estructuradas por bandas de cultivo, se va descendiendo a la cota principal del parque, que conecta con el mercado municipal
Bajo todo ello el aparcamiento, que da sentido a la propuesta en cuanto que no hace necesaria la construcción de una nueva bolsa exterior y distorsionadora, que se estructura en dos plantas ( con capacidad para 125 plazas cada una) jalonadas mediante la disposición de los núcleos de arbolado, la apertura de patios y conexión con superficie, que hacen del interior del aparcamiento un espacio amplio y de iluminación templada, al igual que el templado ámbito doméstico alpujarreño.