Todas las viviendas deben ceñirse al programa de un dormitorio, nos ha dado pié ha pensar en esta condición tipológica como prototipo de individualidad. Asociada a la idea de un espacio, esencial, intimo, recogido, privado, que se rodea de otros para cubrir sus necesidades, de higiene, de manipulación de los alimentos, de relación con el exterior y social dentro de este ámbito privado; un espacio continuo, infinito, sin esquinas que fluye como los componentes de una célula dentro de su membrana. Una sola habitación, envuelta en metacrilato transparente de 6 cm de espesor, donde cada usuario puede personalizar, con vinilos, cortinas…
Las necesidades del individuo pueden quedar cubiertas de manera idílica en este universo privado, pero cuales se puede generar si se asocia con otras, si se agrupan. Si nos basamos en el esquema de funcionamiento de estas unidades debemos continuar con la estrategia de rodearse de espacios que les den servicio con carácter colectivo. La necesidad de relacionarse, de crear lugares en común, compartir actividades. Aparecen estancias al aire libre de uso comunitario que van cualificando y caracterizando la agrupación al tallar su volumen y dar forma a un tejido social que rehuye construir un enjambre, tratando de optimizar y rentabilizar el suelo urbano, que quiere hacer ciudad.