Granada es una fundación romana sobre tres colinas organizadas de Sur a Norte sobre asentamientos íberos. La cuarta colina, más escarpada, permanecía casi intacta hasta la Reconquista, tras la cual la ciudad medieval -oscura y retrasada- derriba los límites que la confinan y crece hacia el Norte, ocupando este último promontorio del Fargue.
El Fargue es hoy una de las bases para el crecimiento de la ciudad, y en ese empuje social la colina original ha tenido que ser contenida artificialmente en varias ocasiones. Este borde recoge piezas existentes históricas, trazados originales rurales e infraestructuras a medio construir. El proyecto dotara de una imagen lineal y unitaria a toda esta orientación Sur de la colina, mostrada a la ciudad histórica en la lejanía de la línea del horizonte.
Una seriación de muros texturizados con un modelo ad hoc cerámico delimitan los sucesivos bordes construidos que adaptan la topografía original al proyecto, introduciendo entre ellos las zonas de ajardinamiento y la propuesta programática de viviendas protegidas, centro municipal y un cortijo del XVII recuperado como hotel rural.
La operación en múltiples escalas provoca una conversación fluida entre las geometrías y tamaños de las diferentes piezas, todas ellas organizadas con similares principios compositivos. La organización de jardines y edificios se genera a partir de las trazas marcadas por el patio central de la cortijada histórica y las paratas de cultivo existentes en el lugar. Al tratarse de una configuración de piezas generadas a partir de diferentes disposiciones de volúmenes sobre unos muros continuos que dan el pretendido carácter hilativo, la concatenación proyectada a modo de yuxtaposición seriada genera una linealidad a lo largo del alzado fundamental a la ciudad, que recoge la imagen unitaria del conjunto y colmata la ciudad en este punto, con una presencia que es resultado de las relaciones internas de generación y proyecto.