La casa se corta en rodajas, generando una volumetría interior independiente de la exterior gracias al espacio vacío, gracias a la repetición de unos lucernarios que interrumpen la cubierta y la planta primera.
Dado que la parcela es muy estrecha y larga, la construcción original presentaba unas estancias sin luz ni ventilación. El proyecto, reduciendo la ocupación y acomodándose a la estructura inicial, propone una remonta que conserva el aspecto paralelepipédico de la construcción y replantea las fachadas de sus dos extremos.
Esta volumetría tan cerrada, dada la gran longitud de las medianeras, nos lleva a pautar la remonta a partir de cuatro volúmenes independientes, colocados uno tras otro, con un intersticio vacío entre ellos, de un metro de anchura. Este gesto genera una volumetría interior independiente de la exterior, gracias al espacio vacío, gracias a la repetición de unos lucernarios que cortan transversalmente la cubierta y el suelo de la planta primera. Así el volumen se corta en rodajas, permitiendo la perfecta iluminación de la planta inferior.
Estos cortes dividen interiormente la casa en cuatro bloques diferentes, dando un ritmo repetitivo que pauta el espacio interior. La cadencia lleno-vacío-lleno-vacío caracteriza el interior. El espacio vacío genera un doble juego: por un lado, ya lo hemos dicho, lumínico, dejando caer la luz natural hasta la planta baja, y por otro lado configuran un juego espacial, la planta baja y la primera se comunican a través de estos cortes.