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Las entradas son secretas, como secretos son los tránsitos que ocurren en su interior.

La muerte inspira en los vivos una mezcla entre miedo y misterio. Morir es una transición entre este mundo y otros que nadie conoce. La tumba es el lugar donde esta transición tiene lugar. De acuerdo con esta situación las tumbas deberían estar cerradas para siempre, pues albergan misterios que no deberían ser descubiertos. Son construcciones cuyas puertas nunca deberían ser abiertas, no se deberían poder abrir incluso si se deseara, por su falta de manillas y cerraduras. Las puertas se insertan en los muros fundiéndose con ellos. Las entradas por tanto son secretas, como secretos son los tránsitos que ocurren en su interior.

El volumen tiene dos situaciones muy diferenciadas, una serie la descrita anteriormente, en la que aparentemente es imposible entrar, pero una vez que alguien nos descubre como entrar, lo hacemos atravesando la masa de color blanco puro a través de las dos puertas pivotantes, con escala fuera de referencias humanas, de lajas de vidrio cuya apariencia física nos hace dudar de qué material son realmente. Esta misteriosa puerta negra, al rotar, transforma completamente la apariencia de la pieza, estableciendo una intensa relación entre el interior y el exterior. Ahora es fácil entrar.

En el interior no hay un único espacio determinado en el que permanecer. Lugares escondidos van apareciendo en este aparentemente espacio único. Los accesos a las tumbas deben ser descubiertos, pues de nuevo carecen de manillas o cerraduras, y hay que insertar los dedos en las paredes para poder acceder a ellas. El espacio tiene una configuración en espiral, creando una percepción de movimiento con un origen claro, en la planta subterránea, pero sin un final definido, casi como una metáfora de la propia muerte. Así, en la planta superior, el tercer nivel, de nuevo aparece un cuarto espacio al que nos es difícil, pero no imposible, acceder.

Los planos de vidrio, partidos en piezas muy esbeltas y no convencionales de acuerdo con la búsqueda de la falta de realidad, se engarzan en las piezas sólidas blancas, como si fueran vetas dentro de las rocas. Una vez dentro y con las puertas de nuevo cerradas, desaparecen las referencias del exterior. En ese momento la referencia es vertical y se localiza en los extremadamente esbeltos espacios entre los vidrios y los muros que finalizan en piedras translúcidas que de alguna manera producen una percepción de falta de gravedad en el espacio blanco y puro que lo rodea.

  • Información
  • Autoría

    Clasificación / Tipología

    Edificación

    Ubicación

    Cementerio de Espinardo
    30100 Espinardo
    MURCIA | ESPAÑA

    Agentes

    Arquitectos técnicos: David Hernández

    Contratista: Construcciones Malbon

    Fotografía: David Frutos

    Promotor: C. Martínez

Galería realización

Participaciones en arquia / próxima

III Edición 2010-2011
II Edición 2008-2009