El Pabellón del Sol es una membrana que envuelve un paso elevado, un recorrido que durante el día se camufla con las sombras que filtran los árboles del bulevar, y por la noche se convierte en luz proyectada que sustituye el tradicional alumbrado de farolas tintando los jardines de colores cálidos del espectro solar.
Aparece, visto desde los jardines, suspendido sobre los bojes que protegen los enormes plátanos que flanquean el Paseo del Salón, un bulevar francés del diecinueve que da forma, proporciones, posición y cota al pabellón.
El exterior no revela aquello que ocurre en el interior, pero lo sugiere. Puede ser un columpio, un lavado de coches, una exposición, un paso o un túnel del tiempo. La gente se acerca al Pabellón, como a una atracción de feria, movida por la curiosidad de saber qué es y qué encierra.
El Pabellón del Sol es una membrana que envuelve un paso elevado. Un instrumento capaz de atrapar un recorrido bajo la luz (de día y de noche) y acomodar el espacio a sus contenidos. Es un lugar embalado, una cámara de luz y calor. Durante el día proyecta las sombras que filtran los árboles mimetizándose con el entramado vegetal. Por la noche su iluminación sustituye el tradicional alumbrado de farolas tintando los jardines de colores cálidos del espectro solar.
El Pabellón es un recorrido lineal al que se incorpora el contenido de la exposición, introduciendo variaciones en la sección y en la luminosidad exterior. Los espacios que se generan en su interior muestran los distintos aspectos que caracterizan al sol desde un punto de vista astronómico, biológico y sociocultural mediante proyecciones y objetos de laboratorio que se alojan entre los plásticos de burbujas.
35.000 curiosos, en 7 días, lo han paseado.