Este proyecto fue construido como anexo al edificio de la Escuela Habanera de Roupar que, en la actualidad, es usada como local sociocultural de la asociación de vecinos.
Intervenir sobre un edificio de gran valor patrimonial, como es este caso, obliga a una reflexión previa sobre la necesidad de la actuación. Roupar es un núcleo rural que forma parte de las más de treinta mil unidades de este tipo que estructuran el territorio gallego. En la actualidad, el rural se encuentra inmerso en un proceso de crisis provocado fundamentalmente por las dificultades que atraviesa el sector productivo agrario y ganadero, en función del cual se ha estructurado tradicionalmente. En este sentido, los cambios de uso del territorio conllevan la aparición de nuevas necesidades, más propias de lo urbano, como la dotación de equipamientos, no sólo docentes y asistenciales, y la creación de espacios públicos.
El edificio de la Escuela se usa como equipamiento sociocultural por la asociación de vecinos. Sus actividades requerían nuevos espacios para almacenaje y una zona para cocinar, condicionada dimensionalmente para usar recipientes de gran tamaño y para la colocación de una lareira. En el edificio existente, estas actividades resultaban incompatibles con el valor patrimonial de la construcción, por lo que se propone una edificación anexa en la parte posterior.
El planteamiento parte de la idea de aligerar la presencia de la nueva construcción en relación a la contundencia del edificio existente. Se construyen dos elementos verticales, una chimenea y un muro de apoyo sobre una solera de hormigón, como únicas piezas permanentes, casi como elementos de mobiliario. En contraste, una piel ligera sobre estructura de acero galvanizado y chapa de aluminio prelacado, formalizan el espacio interior.
Volumétricamente se plantean dos prismas desplazados, de forma que los testeros permitan abrirse completamente, extendiendo la ocupación del espacio a la totalidad de la parcela cuando está en funcionamiento y replegándose como contenedores estancos cuando está cerrado.
Podría pensarse que se trata de un elemento ajeno a la construcción tradicional, pero la presencia de anexos al edificio principal, generalmente también separados físicamente de este, son habituales en nuestro territorio. Según la zona, reciben una denominación: alboio, galpón, pendello,… en los que se realizan actividades de almacenamiento o funciones que no tienen cabida en la vivienda principal. En la actualidad, se construyen con materiales ligeros de bajo coste, como chapas de acero, planchas de fibrocemento, etc, en un proceso de autoconstrucción no controlado que ha provocado la crítica habitual en la prensa sobre este tipo de actuaciones, sobre todo desde un punto de vista estético.
En este caso, el proceso de construcción se llevó a cabo sin empresas especializadas, ejecutando la obra los miembros de la Asociación. Los materiales metálicos se cortaron, doblaron y soldaron en taller, de forma que la puesta en obra se realizó mediante un procedimiento de junta seca.
El proceso de autoconstrucción convirtió la ejecución en la parte determinante del proyecto, implicando a sus usuarios desde el momento inicial. El edificio se desarrolla como un elemento cambiante desde el principio. Al finalizar la base arquitectónica es el uso lo que lo transforma completamente cada vez que se abre.