El proyecto consiste en reformar una vivienda de los años 60, una de tantas que se construían en aquellos idílicos Ports para pasar los meses de verano.
Estas construcciones de bloque y vigueta de hormigón eran como barracas que se construían rápido y barato para pasar esos meses.
En este caso, la parte habitable estaba situada en la planta piso con vistas al mar pero sin relación al jardín de 300 m2. Por el contrario, la planta baja, con una altura entre 190 y 230 cm, albergaba el garaje y un aljibe. En los años 70 se compartimentó la planta baja para ofrecer 3 viviendas a los temporeros.
El encargo consiste en entender el volumen como una sola vivienda, y relacionar la planta baja con la planta primera y el jardín.
La planta baja se convierte así en el centro de la casa, y a partir de ella se perfora horizontal y verticalmente el volumen, para conseguir la relación de dichos espacios.
Se han reciclado las carpinterías existentes. Las puertas de armario se abren como ventanas al espacio central.
Se han conservado todos los pavimentos de baldosa hidráulica, cerámica y baldosín catalán. Restos de alicatados de cocinas y baños aparecen en pasillos y dormitorios.