Tres son las intenciones que orientan la estrategia de la propuesta:

En primer lugar la casa, con el fin de liberar la mayor parte de parcela soleada, se compacta y ocupa la esquina. La casa se alinea con el resto de casas que conforman una fachada continua hacia la calle. Las casas vecinas, por el hecho de estar entre medianeras, se ordenan de forma unidireccional, en dirección calle-corral. La nuestra, en cambio ocupa una esquina.

En segundo lugar es necesario aprovechar la condición de esquina. Por esto la casa se ordena bidireccionalmente.

Esta doble dirección organiza los usos y las vistas. Así sobre la masa edificada se vacian grandes aberturas que nos permiten ver la Sierra de Tramuntana hacia el norte, reverenciar la escuela del arquitecto Guillermo Forteza hacia el levante o contemplar el Pla de Mallorca hacia el sur. Exactamente lo mismo pasa en el interior. El hecho de agrupar todos los servicios en el perímetro de la vivienda nos garantiza una enorme masicidad del volumen, al mismo tiempo vivimos dentro del grueso de fachada y liberamos de obstáculos el centro de la planta. Esto nos permite trasladar la doble dirección de las vistas al interior.

En tercer lugar es necesario entender que la arquitectura se vive desde dentro. Humanizarla desde el interior introduciendo el espacio como tema principal. Favorecer los rincones, los espacios ambiguos y las irregularidades espaciales, entendiendo que la arquitectura no es más que un soporte para la vida.

Así, la doble dirección también organiza la distribución y la estructura. Esta se compone de muros de carga ordenados en molinillo. Estos muros son también los límites de las diferentes estancias que se colocan a diferente cota, mejorando las condiciones de cada pieza, buscando el contacto con el jardín o las mejores vistas o la luz más adecuada en cada caso. Al mismo tiempo en los muros de carga se recortan grandes aberturas que relacionan los diferentes espacios, dando lugar a una inesperada complejidad espacial y una sorprendente riqueza visual.