La arquitectura de Puigpunyent es irregular, articulada con precisión con gestos individuales acomodados uno al lado del otro: un corral de naranjos, la terraza del vecino, rincones comunitarios, pequeñas plazoletas, etc. Todos ellos son magníficos espacios de convivencia, grandes espacios de relación. El engranaje funciona a la perfección. Es el orden de lo aparentemente desordenado.
Con el fin de conseguir reducir la escala de la intervención se divide la edificación en tres volúmenes diferentes. Estos se desplazan buscando el sol y generando patios y porches, espacios exteriores de relación entre vecinos. Asimismo, en sus esquinas se recortan diferentes terrazas, pequeños espacios exteriores íntimos y cercanos a cada vivienda. Estos se ordenan a partir de tres franjas: los servicios, las habitaciones y el estar-comedor, este último en posición central y garantizando la ventilación cruzada de la vivienda.
La solidez, la escala, el tamaño de las aberturas y los acabados vienen dictados desde el propio entorno. Será un edificio de volumetría pétrea, sólida, con aberturas de tamaño reducido y persianas ciegas, revestido con mortero grueso de cemento mallorquín, elaborado con grava gruesa e incorporando piedras de pequeño tamaño y cubierta de teja.