En el ámbito de estudio de Alcorcón se conservan estructuras agrícolas, parcelas en barbecho y la prexistencia de una vía agropecuaria, con pequeñas industrias papeleras y madereras; junto a ciertos elementos exóticos en este entorno, como la presencia de animales domésticos, o la pequeña reserva de renos junto a un símbolo de la metrópoli, como es el centro comercial.
Las trazas del futuro planeamiento, superpuestas sobre este paisaje ponen de manifiesto desacuerdos con este eclecticismo que lo caracteriza en la actualidad.
Sin embargo, y pese a lo obsoleto del modelo urbano propuesto para su futuro desarrollo, debemos recoger este testigo forzados por una dinámica de gestión del suelo, que hace difícilmente reversible lo planificado.
Arbolópolis es el resultado de una estrategia capaz de conciliar ambas situaciones, presente y futura, en un nuevo paisaje sin violentar su identidad y a un “justi-precio” medioambientalmente sostenible.
Para ello “empleamos como herramienta de planificación” una arboleda de múltiples especies que Cartografía ambos tiempos. A través de su morfología en malla de distinta densidad, registra los elementos construidos y los flujos de actividad en el presente. Tatúa la huella del presente otorgándole un cierto valor patrimonial.
La diversidad de especies, registra las condiciones ambientales actuales, humedad junto a la acequia de riego existente, las áreas de mayor necesidad de sombreo… y las que varíen como resultado del futuro desarrollo.
La temporalidad de las especies empleadas, facilita el registro de los trazados futuros, al localizar, sobre las vías planificadas, los de ciclo de crecimiento corto, que se transformarán en subproductos de la madera, conforme se desarrolle lo planificado.
La arboleda supone un “artificio de sostenibilidad medioambiental”, que además de mejorar las condiciones ambientales del aire, introduce el árbol como elemento vinculado de manera intuitiva a los rasgos predominantes del paisaje actual, que hace de eslabón hacia el paisaje futuro.
El árbol pasa a ser un elemento patrimonial, ya que en el futuro será quien prevalezca, frente a lo construido o lo que no se ha ocupado por la influencia de los flujos de actividad, que serán susceptibles de reciclarse en otro uso o en una nueva arquitectura.
Funciona como agente urbanizador vivo, que añade, por su proceso de crecimiento, una temporalidad lenta al desarrollo de la intervención, más acorde con la evolución real de las dinámicas sociales y económicas; y facilita una reversión del planeamiento en caso de que fuera necesaria, y posible.
Durante su crecimiento, se va construyendo la memoria del lugar, que facilita el proceso de identificación y autenticidad del paisaje. De manera que, esta mutación, se superpone a las alteraciones anteriores producidas por la agricultura, la industria, el centro comercial… pareciendo que el nuevo paisaje siempre estuvo ahí.