Una vivienda debe provocar un espacio colectivo donde las personas que la habitan (sean o no de la misma familia) puedan desarrollar el tipo de relación pactada entre ellos. Simultáneamente debe tener los espacios individuales necesarios, asumiendo los cambios sociales, de manera que cada componente disfrute de la independencia y privacidad deseadas respeto a los demás.

Por ello proponemos una vivienda con los espacios comunes en planta baja, formados por una parte exterior de jardín o patio, y por una parte interior con sala-comedor-cocina (nivel de intimidad 2), baño-habitación doble (nivel de intimidad 1) de manera que esta planta pueda funcionar como una vivienda básica. El nivel superior pertenece a los mundos individuales (también pertenecientes al nivel de intimidad 1), definidos a partir de unos módulos compactos diseñados para poder ser construídos por cualquier industrial local que se acoplan a la vivienda a través del núcleo de escalera. Cada propietario puede escoger entre siete tipos de módulos distintos para personalizarse la vivienda, y también existe la posibilidad de adición o substracción a lo largo del tiempo.

Una agrupación de viviendas también debe ser una zona donde la ordenación de los núcleos privados de paso a la creación de unos espacios colectivos que propicien las relaciones humanas.

Proponemos la ordenación de los solares siguiendo un patrón contínuo que se despliega adaptándose al terreno, formando pequeñas plazas de dimensiones controladas (nivel de intimidad 4) donde se asoman los patios de las viviendas (nivel de intimidad 3). El acceso de los vehículos se da por la cara opuesta, es decir, donde las paredes toman una forma convexa.

Esta disposición nos permite acercarnos al modelo de “pueblo”, articulado en base a una progresión de espacios que expresa la provocación de una función y caracteriza el movimiento que le proporciona un carácter único, alejado de las estructuras repetibles de carácter infinito de los modelos urbanos.