La estructura original de la vivienda consistía en una serie de habitaciones contiguas organizadas en torno a un patio no visitable, al tratarse de una cuarta planta. Encontramos que toda la vivienda estaba pavimentada con baldosas de hormigón hidráulico que, observando el estilo y estado de conservación, pertenecían a diferentes épocas, por lo que decidimos que esa memoria debía respetarse con la intervención.
Dado el estilo de vida de nuestros clientes, la organización de la vivienda no era la idónea, por lo que se requería de una intervención integral. Las exigencias consistían en un espacio que ofreciese mayor flexibilidad de uso, con un mínimo de privacidad en el dormitorio. Aprovechando la orientación de la vivienda, y conociendo las condiciones climáticas de Sevilla, era importante que el dormitorio se colocase en el extremo más al norte. El resto de la vivienda no tenía por qué tener ningún uso característico, salvo el de la cocina. Planteamos un único núcleo rígido que sería el baño junto con la zona de almacenaje, separando el dormitorio del espacio principal. La cocina sería un área especializada dentro del espacio principal. Una isla que actuaría como ‘mesa de trabajo’.
Al patio debíamos darle la importancia que requería, sobre todo porque la vivienda es interior. La organización del espacio alrededor del patio permitía que el espacio principal se iluminase y ventilase a través del mismo, por lo que no se dependía de las ventanas de las medianeras para estas funciones. El uso del vidrio en la fachada imprime cualidades estéticas únicas al espacio, al mismo tiempo permite cumplir con las funciones que se necesitan. Finalmente, con las baldosas recuperadas durante la demolición, se dibujan alfombras sobre el pavimento pretendiendo dar un tratamiento unitario al espacio completo, reforzando la característica de espacio no diferenciado.