Este proyecto nace del deseo de hacer arquitectura con la ayuda de los niños, aprender de ellos, y enseñarles si es posible. Entendemos que los niños son los seres humanos primeros, puros, inocentes, sin conocimiento, sin condicionamientos. Se plantearán una serie de acciones en forma de juego, entendiendo juego como hacer, y hacer como mezcla de imaginación y acción, abiertas a la improvisación, liberando a la arquitectura del proceso lineal que conlleva primero imaginarla como proyecto, y luego construirla como edificio. En estas acciones entenderemos la arquitectura como vida, como acto vital que llena de intensidad la vida cotidiana, planteando temas básicos, primitivos e instintivos, de forma progresiva a lo largo de varias sesiones.
Frente a otras formas de hacer que priman la proyección y la interpretación, lo que caracteriza niños haciendo arquitectura, al contrario, son la acción y la documentación, que también podríamos calificar como protocolos para una práctica no mediada o inmediata, y su (posterior) registro. La importancia del significado etimológico de las palabras, el origen que relaciona su sentido con una acción determinada, estuvo siempre presente en nuestro trabajo. Tal vez sería oportuno enunciar la constelación pedagógica de niños haciendo arquitectura, que se remonta a Fröbel y las metodologías no-directivas, pero puede que sea aún más necesario trazar su genealogía artística: los talleres de pintura para niños de Mark Rothko, la vida como arte en Joseph Beuys, la práctica del happening, Cuatro mañanas con el futuro de Mansilla y Tuñón, las reflexiones de Ángel González en Pintar sin tener ni idea, o las de Antonio Machón en Los dibujos de los niños.