Durante el verano del 2008 nuestro estudio tuvo a suerte de llevarse el primer premio para la realización del proyecto de un pabellón de vestuarios para el campo del fútbol del club Deportivo Izarra. La construcción del edificio se llevó a cabo de inmediato, terminándotese al final del verano del 2009.
El pabellón se sitúa entre un arbolado de gran porte y la tribuna existe en su orientación sureste. De este modo, terminamos de acotar visualmente todo el terreno de juego. Con la ampliación tapamos unas vistas no muy agraciadas desde el graderío, sobre unas naves industriales, y hacemos que el edificio proyectado se integre con el existente, formando un frente común, mediante referencias tanto físicas como conceptuales.
El elemento más contundente del proyecto y que pone en evidencia la pretensión de desdibujar el límite entre estar dentro y estar fuera, viene a ser el gran porche de acceso (liberado del constreñimiento de la estructura), que sirve de gran umbral y transición entre el interior y el exterior. El edificio tiene una serie de aperturas en planta baja, que lo hacen permeable y así se consigue que esta acotación del espacio no resulte demasiado fuerte permitiendo el paso de los espectadores a través de él.
Con ello se consigue la correcta circulación del público y de los jugadores a través de la nueva intervención. Por otro lado, la ubicación elegida permite aprovechar al máximo el campo de entrenamiento existente, liberando el espacio de uso y disfrute. El nivel superior del edificio se destina para un espacio de relación social. Éste está concebido para volcarse visualmente al terreno de juego, y que desde él se puedan ver los partidos con una perspectiva privilegiada a través de unos generosos ventanales, sin partición alguna, que potencian la relación con el exterior.
A su vez, éste nivel superior queda enlazado con el nivel de la tribuna existente, con lo que se intenta facilitar el correcto funcionamiento de todas las circulaciones.
La propuesta intenta ser lo más contextual posible a la vez que pretende hacer del programa la excusa perfecta para definir las bases del proyecto. Nos planteamos mecanismos arquitectónicos, que se manifiestan a través de los recuerdos. Es ahora cuando nos vienen a la mente las experiencias vividas, no como arquitectos sino como usuarios de otras muchas instalaciones deportivas. Por ello se le da especial importancia a los espacios de relación. La arquitectura puede propiciar que el contacto entre la gente sea más agradable, y crear una especie de representación escenográfica de la vida que se dará en ellos.
Con todo ello queremos resaltar el papel destacado que adquiere en el conjunto de la propuesta, las ideas de transición y de umbral. Estos espacios intermedios quedan asociados al concepto de lo permeable o introvertido. Se potencia que cada espacio respire en función de sus necesidades y usos.
Se ha intentado en todo momento no olvidarnos de proyectar espacios claros, funcionales y que se puedan construir con lo mínimo. Para ello se ha priorizado la escala de cada usuario, dando máxima importancia a la persona por encima de cualquier formalismo arquitectónico o expectativa estética. El resultado formal, queda definido conceptualmente desde un a posteriori, y nunca desde un a priori. Nuestra intención siempre ha querido que la mano del arquitecto se viese lo menos posible, para que el edificio tenga la menor presencia posible.
Autores del proyecto: José Manuel Etayo, Javier Barrera y Stepienybarno (Lorenzo Barnó y Agnieszka Stepien).
Fotografías: Lorenzo Barnó y Agnieszka Stepien.