La galería de arte Mr. Pink organizó un concurso para modificar temporalmente el espacio expositivo del que dispone, para lo que daba dos premisas: se disponía de un presupuesto limitado y se debía realizar en un único día.

Desde el colectivo Baum decidimos presentar dos propuestas, una de las cuales (22.999 ladrillos y uno rosa) obtuvo el segundo premio.

En este caso, planteábamos llevar al límite las dos premisas impuestas y añadir una tercera: que el espacio fuera cambiante a lo largo del tiempo debido al uso que se realizase del propio espacio. Concretamente, ese uso se realizaría a través de un juego que consistía en encontrar un ladrillo de color rosa entre los 30.000 ladrillos apilados en el suelo de la sala que el presupuesto del que disponíamos nos permitía comprar.

De esta forma, de una manera lúdica conseguíamos modificar el espacio, reconocer sus límites y posibilidades. En una palabra, crear espacio de una manera colectíva, sin arquitecto.

En el segundo caso (primero en las diapositivas), la modificación del espacio se percibía de una manera individual y a través de un recorrido, donde la sala se reconocía de una manera táctil, física.

Ya desde el principio, al acceder a la galería, el visitante se introduce en un túnel en semioscuridad por donde tiene que avanzar separando las cortinas de color rosa que lo forman. Recorre media sala así, sin saber muy bien lo que está pasando hasta que finalmente, al salir del túnel, ve moverse las cortinas por los brazos de los otros visitantes, que al igual que él antes, están intentando entrar.

Durante todo este proceso el visitante pasa de ser actor a espectador, siendo la vibración entre los espacios complemetarios del túnel y la sala el resultado de la intervención.