El parque de juegos se sitúa en el Valle de los Pedroches junto a un albergue instalado en las proximidades del embalse de agua de la Dehesa Boyal. El amplio paisaje natural de la Dehesa está marcado por colinas donde se cultiva el trigo, un lugar de grandes encinas dispersas.
Para abordar este proyecto, estudiamos con precisión la topografía del sitio y numeramos cada árbol con una etiqueta en el tronco. Hicimos un mapa del tesoro para apropiarnos del territorio y situarnos en cada momento.
Uno de los requisitos del proyecto era delimitar una parcela en un campo agrícola. A partir de unas telas suspendidas, nos propusimos utilizar la topografía para trazar un movimiento. Usamos el arbolado como límite entre interior y exterior, introduciendo partes del campo agrícola dentro de la parcela y uniendo las diferentes zonas de juego en medio del paraje natural.
El juego en altura comienza enlazando encinas. Elegimos una zona retirada y elevada, donde el arbolado fuese más denso. La disposición de cada elemento depende de la topografía y la altura de su plataforma, buscando un recorrido de subida y bajada.
Cada plataforma se relaciona de una forma diferente con las copas de las encinas para buscar la sensación de subir a un árbol y adentrarse en un bosque. Los diferentes pasos forman una secuencia de ocho ejes visuales en el horizonte hacia diversos elementos paisajísticos: las colinas, las minas de plomo, el embalse de agua, unas ruinas, los campos agrícolas y el pueblo de Villanueva del Duque.
El juego de obstáculos se sitúa en una zona más baja y llana, junto a la piscina del albergue. Se formaliza como una huella en el paisaje hundiendo en el suelo un camino que sigue la topografía del terreno, quebrándose según el arbolado. Los diferentes obstáculos se han diseñado a partir de todos los retales de los tubos de acero que componen la estructura de los juegos en altura.