'Una Rayuela Arquitectónica' es una narración ficticia que cuenta 120 años (1900-2020) del litoral costero de Guardamar del Segura y que permite explorar como las dinámicas arquitectónicas, cosntructivas o legales que operan en el tiempo y en el espacio, estén o no presentes los arquitectos.
Este proyecto es muchas cosas y quizá ninguna. Niega la condición de tratar de construir una arquitectura concreta en un solar determinado, aceptando que es, más bien, una investigación en torno a una serie de intereses particulares, teorías arquitectónicas y formatos de trabajo.
Se construye entre dos frentes diferentes que se desarrollan de forma paralela: el territorio físico y el territorio conceptual. Dos derivas, una física y una virtual, formalizan la tesis fundamental de este proyecto:
“La arquitectura no es sino un acto violento”
El proyecto se presenta en formato hipertextual con lo que no se puede definir una condición lineal del mismo, por eso se recoge en tres blogs diferentes, conectados pero independientes. Dos que aluden a las derivas por esos territorios mencionados y otro que concreta las conclusiones de estos en un espacio determinado de un kilómetro de la costa de Guardamar.
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Sobre el proyecto, por Enrique Nieto, profesor de la Universidad de Alicante:
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La intervención en cuestión establece una mirada crítica sobre una estrecha franja de viviendas unifamiliares que pervive desde los años 40 en la primera línea de costa en las afueras de la localidad alicantina de Guardamar del Segura. Con la palabra crítica quiero referirme tanto a un enfoque orientado a establecer una comunicación no verbal con lo existente, como a fijar las condiciones políticas que operan de manera violenta e invisible sobre el conjunto: Violencia de una Ley de Costas que no contempla su supervivencia, violencia de unas condiciones ambientales –la fuerza del mar- que acelera su desaparición, y violencia de unos ocupantes que utilizan todos sus recursos extra-arquitectónicos para gestionar su continuidad material. El autor quiere aprovechar tanto la extrema inestabilidad del conjunto, como su irrelevancia disciplinar –uggg!, ¡qué conjunto tan feo!-, para explorar como las dinámicas arquitectónicas operan en el tiempo, estén o no presentes los arquitectos. Por el contrario, serán algunas prácticas artísticas afines -Lara Almárcegui, Robert Smithson, Gordon Matta-Clark, …-, las que hace ya tiempo habrían puesto de manifiesto las oportunidades y la virulencia que comportan algunos procesos de transformación material que excluyen el diseño formal o el control político de las acciones en el medio construido. Sin embargo, la propuesta no se reduce al análisis crítico de una realidad local, sino que establece una categorización de las acciones posibles, orientada a la fabricación de un instrumental que se quiere disciplinar hábil para interpretar y operar en contextos frágiles como este.