El proyecto para Sa Casa Nova en Lloret trabaja acordando tiempos. Reconectando tiempos lineales existentes a través de tiempos cíclicos nuevos.
El estado previo de la casa mostraba la huella de los tres tiempos que la habían conformado: el de la construcción original de la casa señorial en 1840, el posterior en que fue dividida en tres propiedades independientes y el de la reforma para uso agrario que sufrió en la década de los 60.
A estos tres tiempos acumulados, no dialogantes e incluso contradictorios, se les ha superpuesto uno nuevo: el de su rehabilitación para vivienda rural de alquiler con un presupuesto global de algo menos de 150€/m2. La voluntad del proyecto es sincronizar todos los tiempos anteriores a través del nuevo.
Para ello se define una estrategia de intervención de dos fases en un único movimiento táctico, que deja como resultado dos nuevos lujos: el espacio y las vistas.
La primera fase supone la demolición de las múltiples compartimentaciones de los 60, de forma que se recupera la dimensión original del espacio bajo una cubierta inclinada con estructura de madera de entre 4 y 5 metros de altura.
También se da solución a las patologías estructurales y constructivas detectadas.
Por último, las diferencias de acabado entre las distintas intervenciones que hubo hasta ahora son matizadas con una nueva capa de acabado común, blanca.
El primer lujo es el volumen del espacio.
A continuación se inserta el objeto que da forma a las demandas de programa a las que la reforma debe dar solución: un baño en el interior de la vivienda y espacio de almacenamiento. Todas las nuevas instalaciones son vistas y se construyen dando soporte al relato del nuevo espacio y a su uso.
Este nuevo objeto se sitúa en el centro del espacio liberado y acondicionado.
Se desmarca radicalmente del lugar que lo acoge tanto en su condición estructural, como material o de funcionamiento, construyéndose con una materialidad austera en extremo: una estructura sencilla de pórticos de madera de pino con divisiones interiores de tableros de OSB barnizados. En su exterior la estructura se vincula al imaginario de la vivienda rural mallorquina, revistiéndose con una tela de llengües de color rojo.
El espacio, en su afán por sincronizar tiempos, recupera la cota de suelo original de la construcción de 1840 que la reforma de los años 60 había bajado. De esta forma consigue que, a través de su uso, el interior del nuevo espacio descubra las vistas que la casa tiene sobre la Serra de Tramuntana y las incorpore a la vida cotidiana.
El segundo lujo es la reconexión con el paisaje lejano.
La construcción de este nuevo espacio en Sa Casa Nova es controvertido: liviano, prefabricado y reversible, frente a los valores de la existente: pesada, in situ y estática. El proyecto ofrece un espacio interior sensitivo a través del que se ordena un gran volumen de aire a su alrededor; una forma vinculada con el imaginario local que se ofrece para ser habitada mientras sea útil o necesaria.