En el año 1945, el gobierno de España aprobó el plan general de la Red Nacional de Silos y Graneros. La finalidad de esta red era limitar los efectos de la irregularidad en las cosechas, de esta forma se garantizaba la compra de toda la producción agrícola de los años buenos y al mismo tiempo se podían almacenar excedentes y así garantizar el abastecimiento para el consumo en años de escasez.

El edificio objeto de nuestra intervención pertenece al tipo G, graneros de recepción, exclusiva o predominantemente construidos con cubierta inclinada a dos aguas y paredes de fábrica, resistentes a los empujes horizontales derivados del almacenamiento que recibe. Aquellos con un mayor volumen disponían de maquinaria portátil para el movimiento y pesada del grano. Están registradas hasta 260 unidades, con una distribución dispersa en el territorio. Frente a los silos y macrosilos donde había innovación formal y técnica, las unidades pertenecientes al tipo G resultaban mucho más modestas, la simplicidad constructiva de la estructura de muros no permitía grandes avances o innovaciones, sin embargo en los elementos de soporte de las cubierta sí aparecen opciones y alternativas, surgen así cerchas prefabricadas, ya sean de hormigón, acero o mixtas que aportan singularidad y sencillez a los espacios de almacenamiento.

El 29 de Mayo de 1984 finalizó el régimen de monopolio estatal en el sector triguero, ante esta nueva situación no era necesario poseer una red de almacenamiento tan grande, por ello el Servicio Nacional de Productos Agrarios (SENPA) comenzó a deshacerse de las unidades de almacenamiento que por su ubicación o características técnicas no resultaban importantes dentro de la red.

La unidad de almacenamiento de Almenar de Soria entró en servicio en el año 1960 y fue cedida al ayuntamiento de la localidad a finales de los años noventa. Es un conjunto de tres naves conectadas entre si, contando cada una de ellas con un acceso independiente, en total suman mil doscientos metros cuadrados de superficie en planta y una capacidad de almacenamiento de dos mil toneladas.

Desde su cesión al Ayuntamiento de Almenar, las funciones de este granero tipo G han sido variadas: almacenamiento de grano, garaje de los vehículos municipales y últimamente se ha usado como salón de baile, sala de conciertos, comedor comunitario.... La intervención que se realiza en el edificio, se centra en la adecuación del espacio interior de una de las naves y en el acondicionamiento de su correspondiente acceso, se busca con esta actuación, potenciar y fomentar las nuevas actividades que se estaban desarrollando en el granero.

Gracias a que era parte de la antigua red de silos, a ser el primer ejemplo de arquitectura industrializada de la zona y al “monumental” espacio interior del conjunto, podemos considerar este viejo granero tipo G como una de las pocas muestras de patrimonio industrial que se conserva en la comarca. Este dato es un factor a tener en cuenta a la hora de actuar sobre el edificio y su entorno.

El proyecto se desarrolla sobre un tercio del conjunto, en la nave número 3 y soluciona los requerimientos actuales sin bloquear futuras intervenciones que puedan darse en el resto del edificio.

Las principales obras de reparación llevadas a cabo son la limpieza y el pintado de las paredes interiores, la instalación de un nuevo pavimento de hormigón pulido, el aumento del tamaño de los huecos de fachada y la sustitución de carpinterías.

El programa se resuelve gracias a una lámpara, un túnel y una pared, utilizando materiales y formas que no buscan camuflarse dentro de la construcción existente, la relación de estos nuevos elementos con la nave contenedor activa el espacio y permite solucionar las necesidades iniciales, pero al mismo tiempo posibilita la generación de nuevas situaciones que enriquecen el proyecto. En un proceso de re- descubrimiento y de re-apropiación de un espacio que estaba presente pero oculto.

Es importante la ubicación de la entrada en un lateral, esto provoca que el acceso al interior no sea algo inmediato, de la calle se pasa a un espacio exterior amplio, que el edificio y las construcciones vecinas van comprimiendo como si de un cuello de botella se tratara. Un cuello cuyo máximo estrechamiento es el túnel de madera, a través del cual accedemos al interior.

La calle, las construcciones próximas y el túnel, actúan como filtros que potencian la experiencia espacial al aparecer en el centro de la nave, en un interior donde jugando con la posición de las luminarias conseguimos cambiar el carácter del conjunto en función de las necesidades.

El paquete de servicios que forman baños y cocina se encuentra tras una pared de madera que se caracteriza por tener una parte móvil, esto permite que el espacio se adapte y se relacione dependiendo de las necesidades de cada actividad y de cada momento.