Podría considerarse un proyecto brutalista en el sentido de que hemos querido trabajar con el material casi como recién salido de fábrica. Pero también se podría considerar un proyecto minimalista desde el punto de vista que pretende resolver la construcción con los mínimos elementos.
Realmente no creemos ni en los “-ismos” ni las etiquetas; creemos en pensar, organizar y simplificar para resolver ‘situaciones técnicas con armonía estética’.
Las nuevas instalaciones de esta clínica dental se ubicaron en un bajo completamente lóbrego. El proyecto, por lo tanto, consistió en el acondicionamiento completo del espacio y sus fachadas para albergar tres gabinetes dentales.
El diseño responde a dos cuestiones esenciales: la relación entre los tres gabinetes y la ubicación preeminente de la sala de espera. Por una parte, se buscó que los espacios de trabajo fuesen cerrados al exterior, sin ningún tipo de hueco en la fachada, pero lo más abiertos posibles hacia al interior para captar la máxima cantidad de luz natural posible. Para ello se maximizó la apertura de huecos en fachada hacia la calle principal y hacia una plaza interior con las mejores vistas; donde precisamente se sitúa la sala de espera, el lugar donde realmente el cliente debe sentirse a gusto.
Tres islas componen la organización del espacio y cada una de ellas contiene un gabinete. La isla central configura las circulaciones y la zona de espera, generando una circulación perimetral de acceso-espera-atención-salida. Las otras dos islas, por sus descabalgamientos, definen el distribuidor entre gabinetes y los accesos a las zonas privadas.
Constructivamente se ha querido trabajar con el material en bruto en la medida de lo posible. El ladrillo cara vista define los perímetros de las islas, funcionando como telón de fondo de las aperturas en la fachada y aportando calidez y carácter a la clínica. Entre los muros de ladrillo gris se ejecutan frentes con una clara vocación técnica: mejorar la acústica del local, con trasdosados de friso acanalado - con el color de fábrica -, y garantizar la máxima cantidad de luz natural sin perder intimidad con vidrios ranurados. Ese juego de líneas verticales se continúa en el suelo, con una solución textil vinílica que refuerza el carácter personal de la clínica, y en los techos, de chapa metálica ondulada, de nuevo para mejorar la acústica del local y a su vez integrando las luminarias de forma natural.
Existe una clara oposición entre los espacios públicos - amables, cálidos y sutiles - con los espacios de servicios - blancos, inocuos y limpios - para generar una experiencia diferente entre la espera y el servicio. No por ello sin descuidar detalles en los espacios blancos como la juntas coloreadas y las diferentes disposiciones del alicatado.