El proyecto abstrae la escalera de madera, tan presente en el día a día de María y Emilio, y la convierte en el elemento que configura el nuevo espacio de la floristería para crear un ambiente acogedor tanto para trabajar como para los clientes
La orquídea
A comienzos de 2016 la floristería Caladium se vio obligada a sustituir su pavimento para acometer unas obras en el saneamiento del edificio donde se alojaba. Aprovechando esta situación, los dueños deciden encargarnos la reforma del negocio.
A lo largo de los años el local se había caracterizado por ser un lugar repleto de vegetación pero a su vez lleno de objetos dispares, desordenados y amontonados en un reducido espacio y con escasa iluminación. Lo cual devenía en que el producto estrella de la floristería, la orquídea, no tuviera un papel protagonista y pasara desapercibida dentro de la acumulación general.
La intervención, que contó con escasos medios económicos, se planteó como objetivo hacer de este un lugar acogedor con más ‘aire’ y ‘luz’.
La escalera
En el día a día de la floristería se suceden trabajos con diversas herramientas para la preparación de centros, ramos o coronas, pero el elemento que más presencia adquiere en el local es la escalera. Tanto María como Emilio hacen un uso constante de las escaleras para acceder a las plantas, macetas y flores, dispuestas a diferentes alturas, y poder bajarlas al nivel del usuario.
El proyecto abstrae la escalera de madera y la convierte en el objeto principal que configura el nuevo espacio de la floristería, convirtiéndose en soporte para la orquídea, albergando las instalaciones y arrojando luz de manera indirecta para crear un ambiente acogedor tanto para el cliente como para María y Emilio, y ayudando, junto al vidrio, a crear un fondo neutro y de pocos elementos que potencie el producto y su exuberancia.