En el distrito centro de Guadalajara (Jalisco, MX) y compartiendo manzana con la casa Robles-León, el primer proyecto de Luis Barragán, está la casa GM, una casona histórica construida alrededor del año 1900 que, como muchas otras de las que componen la zona, dan forma a la imagen del centro histórico no monumental de la ciudad. Una imagen en constante cambio hasta 1997, año en que se trazó un plan de protección para el distrito. El Instituto Nacional de Antropología e Historia INAH es el organismo que se encarga del mismo, estableciendo niveles de protección, catalogación y control. En este marco, la casa GM cuenta con el mayor nivel de protección posible, un estatus que no se debe tanto a su calidad o relevancia histórica, como a su cercanía con la casa de Barragán. Sin unas directrices específicas sobre las implicaciones de esta consideración, la transformación de la casona se ha desarrollado al abrigo de un proceso constante de negociación con los técnicos del INAH.
El proyecto consiste en la incorporación de una serie de programas domésticos, reproductivos y productivos, entrelazados: dos viviendas, una para cada una de las clientas, un espacio de trabajo conectado con la calle, y dos pequeños apartamentos de alquiler de corta estancia. Las posibilidades de intervención negociadas con el INAH y la inyección de los distintos programas en la arquitectura preexistente articulan una propuesta que ha buscado combinar la intimidad con el disfrute colectivo. Esta combinación se apoya en un nuevo volumen retirado de la línea de fachada y en la introducción de una escalera que establece, sutilmente, los límites de los espacios compartidos.
El resto consiste en la reprogramación de las habitaciones de la antigua casona, colocando la oficina junto a la calle, los apartamentos para alquiler en conexión con el patio de acceso, y una de las viviendas al fondo, con un patio interior privado. La segunda vivienda se desarrolla en el nuevo volumen y, casi en oposición a lo que sucede en el cuerpo inferior, encadena espacios diáfanos que terminan en una terraza generosa, un huerto y una alberca desde la que darse un baño con vistas al paisaje del centro histórico de la ciudad.