Macael.

El lugar escogido es un regalo de la naturaleza, pero a la vez se encuentra manipulado por el ser humano, convirtiéndose en una suerte de arquitectura no intencionada, generando espacios con belleza propia y marcado carácter. Las actividades que se generan en esta cantera de mármol van dejando una memoria inerte de volúmenes sublimes con la capacidad de poder ser habitados.

La transformación, mediante sustracción, trata de definir el espacio mediante el propio material del cual surge el mismo, y a través de salidas a la atmósfera exterior se alimenta de aire y luz, elementos etéreos que penetran y materializan la estancia, haciendo posible su uso.

Tres usos fundamentales, descanso, aseo y alimento, definidos por aire, agua y fuego, se articulan como pequeñas cavidades en torno a un espacio de gran altura. Un espacio que trata de poner al límite la relación entre la arquitectura y el cuerpo humano, una pequeña carrera de obstáculos. En definitiva, un espacio abierto pero cerrado, amplio pero estrecho, luminoso pero oscuro, en pocas palabras, un espacio de contradicción.