El papel que Nueva York ha desempeñado en el urbanismo del siglo XX ha sido fundamental, sin embargo su modelo no ha ido desarrollando vínculos relevantes con el territorio. Desvelar los vínculos que la ciudad establece con su entorno marino y generar otros nuevos mediante su relación con la energía crea una oportunidad única en un momento en el que la urgencia del cambio climático hace ineludible la transición energética y cuando la energía marina empieza a aparecer como una alternativa muy valiosa de aporte de recursos. La aparición de sucesivos proyectos de la energía marina en la ciudad y su entorno hacen necesario plantear las consecuencias espaciales de estos y sólo una reflexión profunda inicial puede anticipar escenarios que puedan convertirse en auténticos y singulares paisajes de la energía marina, singulares y de especial valor para el territorio en el que la ciudad se asienta. Las cartografías energéticas son la representación de algunos fragmentos de este paisaje energético neoyorkino todavía sin formular, que a través de la asociación de capas de información obtenida en terreno en múltiples formatos, pretende caracterizar el territorio con una mirada nueva. Una mirada transversal y holística procedente de la arquitectura.