Ubicada en Bañares, La Rioja, el patio para Elena responde a la necesidad de crear un espacio indeterminado que ahonda en lo profundo de las transformaciones tipológicas sufridas tras la pandemia. Este nuevo lugar, se confirma como umbral constante entre interior y exterior. Una suerte de Perystilum que explora la tipología de casa patio castiza, extrayendo de la memoria construida del emplazamiento una serie de pautas relacionales que ayudan a configurar un paraíso interior.
El ejercicio reconoce, en primer lugar, las condiciones físicas de la parcela en la cual se ve inserto. Este nuevo espacio se ubica en el borde interior del casco urbano consolidado de la población y, por tanto, debe hacer una arquitectura que construya límite y muro. Con esta premisa recordamos las intenciones primeras de la cliente, la cual soñaba con un paraíso interior arraigado a la memoria de su pueblo y la bodega de su abuelo.
Estos condicionantes unidos a las características físicas del lugar, nos ofrecieron una serie de operaciones a realizar. La primera de las estrategias fue la de consolidar el borde y vaciar el centro. Este espacio sustraído de la masa total de la parcela responde a la proyección y geometría de la construcción existente heredada de su propia familia, la bodega del abuelo Julián. De igual forma, debido a la geometría irregular de la parcela, se decide que el vacío será regular, estableciendo una jerarquía y orden en los elementos estructurales que configurarán el centro de ese patio. En ultimo lugar, la propia topografía del paraje de las ̈suertes ̈ hace que el ejercicio tenga una escala dual, estableciéndose como una construcción de escala amable al exterior, y duplicando su espacio al vivir el interior.
Decididas las primeras acciones, la siguiente de las estrategias vinculará cielo y tierra. Se proponen dos operaciones constructivas complementarias. Un muro grávido que pertenece a un tipo estereotómico y pesado que emerge de la tierra, y una cubierta y estructura liviana de madera, que flota sobre los pies derechos de hormigón.
La nueva arquitectura, se propone por medio de muros de carga que consolidan el programa en el borde exterior. Al Norte, se encuentra el acceso, al cual se llega descendiendo una fuerte pendiente que presenta el abocinado hueco, vinculando Ermita, Iglesia y patio. En este mismo muro, pero orientados al Sur, dos espacios protegidos climáticamente se encargan de dar cobijo en su interior. El baño, la cocina y resto de usos complementarios consolidan la construcción en el límite Oeste, configurando una arquitectura ensimismada que observa a través de dos huecos el paisaje hortelano exterior. Al este, la construcción existente, la bodega, se conecta con el nuevo espacio, ejecutando una escalinata y rasgando un único hueco para vincular interior y paraíso. Sobre esta construcción se realizan una serie de operaciones de recuperación; se repara el cerramiento aplicando mortero de cal enfoscado y talochado sin maestrear, además de una nueva chapa minionda que evita la entrada de aguas y dota de un sentido escalar al conjunto.
El nuevo espacio, se construye mirando sobre la memoria material y tipológica de su pasado. Para esto, se utiliza un mortero de cal mezclado con polvo de arenisca de La Rioja, lo cual ofrece su singular color tabaco tostado. El mortero se aplica con dos técnicas, la primera de ellas pasa la talocha a favor de la cal. Por lo que el material pétreo queda por debajo, mostrándose ̈la cara buena ̈ del mortero, que recuerda a los propios sillares de los entrepaños en la arquitectura tradicional riojana. La segunda de las técnicas realizadas opera a la contra. De esta forma, se consigue que el polvo de arenisca se pose encima, consolidando una apariencia tosca que rememora las caras viejas de los sillares que construyen huecos y zócalos.
La estructura, carpinterías y armarios, se ejecutan, en su totalidad, con madera de pino radiata del País Vasco. De igual forma, la piedra caliza que conforma las encimeras del perímetro o las lajas de piedra del solado es proveniente de la propia Rioja, por lo que se emplean todos los materiales que tiene nuestro contexto a su alcance.
El patio para Elena aspira a construir una arquitectura que configure una suerte de memoria física del emplazamiento. Una arquitectura que, utilizando la sombra como recurso, configure un espacio tipológica y materialmente inesperado para Bañares.