Los propietarios adquirieron una antigua edificación llamada Can Cresta en estado de ruina.
La tipología resultaba excepcional en cuanto se trataba de una antigua fábrica de zapatos, con una estrcutura de grandes luces y pilastras de marés.
Además, se conserva en perfecto estado un aljibe de 160m3.
La propuesta se coloca encima de todo esto intentando molestar lo menos posible.
La estructura metálica de 180m2 ha costado 24.000 euros.
Todo el material reutilizable se ha guardado para levantar el garage hacia el callejón trasero, donde todas las facahadas vecinas son de marés.
En el patio interior , sin embargo, aparecen todo tipo de ejemplos de autoconstrucción, constituyendo un paisaje rico y desordenado. La fachada hacia el patio se resuelve con una fachada ligera de fibrocemento tipo uralita.