38 VIVIENDAS EN LANZAROTE
Sobre un paisaje agrario, caracterizado por la presencia de estructuras murarias a cuyo amparo han crecido los árboles en la isla de Lanzarote, el Plan de Ordenación dibuja unas vías rectilíneas que organizarán las futuras expansiones de San Bartolomé. En un sector definido por ellas, se solicita la construcción de treinta y ocho viviendas.
El proyecto propone una reflexión antes que un resultado final; se articula a partir de un patrón de muros que –como los preexistentes- protegerán del viento y pautarán el paisaje. Estos muros se extenderán por todo el norte de San Bartolomé, albergando parcelas agrícolas y viviendas, sólo interrumpidos por depresiones artificiales en el terreno que actuarán como nodos de la vida colectiva y como acumuladores de agua.
Las treinta y ocho viviendas se integrarán en este orden murario, lo que hará posible diferentes situaciones a medida que el tiempo transcurra: por un lado, las viviendas podrán crecer apoyándose en esa estructura de muros; podrán solaparse y cruzarse, mezclarse e invadirse a través de la negociación entre vecinos. La planta tipo de vivienda facilitará este crecimiento isótropo, al concentrar las circulaciones verticales en un núcleo central. Pero por otro lado, ante un eventual abandono, las viviendas dejarán como recuerdo unos muros bajo los cuales crecerán árboles, se plantarán batatas o, simplemente, servirán para sentarse a su sombra viendo cómo pasa el tiempo.
Entre las viviendas se abrirá paso una vía que, a la manera de la Vucciaria de Palermo o de las intrincadas calles del M’Zab, concentrará la actividad comercial del nuevo desarrollo. Allí, los habitantes de las Treintayocho podrán vender lo cultivado en sus huertos y lo fabricado en sus talleres, o deambular hasta encontrarse.
No sabemos cómo será la evolución demográfica de la isla en las próximas décadas. Sabemos que en 2011 el norte de San Bartolomé está ocupado por muros y explotaciones agrícolas, sabemos que la población de la isla se multiplicó en diez años y decayó en cinco; sabemos que el Plan prevé la construcción de una ciudad donde hay paisaje, y que por eso hay que proyectar treinta y ocho viviendas. Pero tal vez, en 2037 esas viviendas ya no sean necesarias, y entonces quedarán sólo unos muros como recuerdo de un momento en el que la población aumentaba; y entre ellos volverán a crecer palmeras y a refugiarse los isleños. Porque a veces, el tiempo parece tener estructura circular…
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