Esta local se encuentra en la Plaza de la Moravia, en la zona norte del casco histórico de Sevilla en el popular barrio de San Julián.
Anteriormente el local había sido usado como oficina. Pertenece a un edificio de viviendas de finales del s XIX estando en parte protegido con protección parcial leve de fachada y primera crujía.
La geometría del local se presenta complicada ya que es muy profundo y muy estrecho en fachada, abocinándose aún más hacia el fondo.
El eje del local no es perpendicular a la calle estando la entrada escorada respecto del mismo. Por otro lado, al pertenecer a una edificación tan antigua presenta una gran altura libre.
De modo, que el espacio del local tiende a dar sensación de callejón por su estrechez elongando mucho el espacio hacia el fondo y hacia el techo.
Por otro lado, los condicionantes técnicos de este tipo de establecimiento con alta potencia calorífica en fuegos (gas natural) con campana autoextinción y evacuación de humos verticales hacían aún más difícil el delimitar el espacio interior de cocina.
Los aseos, siendo uno de ellos adaptados, ocupan gran parte del ensanchamiento en planta al fondo del local (que le confiere forma de L).
Todos estos condicionantes llevaron a tomar la decisión que los diferentes espacios: cocina, circulación a los baños y zona de atención al publico, se resolverían sin particiones o tabiquería que llegaran al techo evitando además el estrangulamiento del espacio resultante y el coste que estas suponen.
El proyecto se resuelve con un único mueble de carpintería de madera que cierra los baños (ventilándolos mediante un lucernario que evita intersecar la ventana a fachada trasera) y se va adaptando a cada circunstancia (barra-mostrador apergolada, zona pasaplatos, estante para colgar las paellas, mueble con platos y sacos de arroz, interior de cocina y finalmente los baños techados con lucernarios de metacrilato.
La madera de pino le confiere calidez al local. Se disponen solerías y zócalos en azulejos colocados a mata juntas dando un aspecto sencillo y humilde al conjunto, pero al mismo tiempo resistente y limpio.
Afortunadamente el local poseía un hueco en el techo de 2,80 x 2,20 m que corresponde a un patio interior que ilumina y ventila las estancias de las viviendas de plantas superiores. Se aprovecha la luz cenital para darle peso al techo mediante un lucernario que flota y cuelga del techo domesticando el desgarbado espacio que nos encontramos en el local original.
Geolocalización
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