Concebimos la arquitectura ligada a la ACCIÓN, como una disciplina íntimamente anclada a la realida contextual que le rodea. La arquitectura ha salido de los despachos y ha llegado a la calle.

El espacio de trabajo es cada vez más el CONTEXTO URBANO. No es el momento de grandes intervenciones ex-nuovo sino de un trabajo de acciones puntuales que vayan cualificando el espacio público, al modo de la acupuntura. Es necesario re-pensar el espacio urbano y los sistemas de crecimiento basados en valores especulativos que no siempre se adaptan a las necesidades reales de la sociedad sino que se rigen por las necesidades (ficticias) del mercado y los intereses políticos. La arquitectura debe ser una profesión con vocación fundamentalmente social.

El contexto es mucho más que un lugar, una orientación o un programa. Se va formando como una malla tejida con  todas las relaciones sociales, ecológicas, económicas, culturales, políticas y funcionales que intervienen en el entorno.

La durabilidad ya no es necesariamente un VALOR  para la arquitectura, sino que lo es más la sostenibilidad, la gestión de los recursos, la flexibilidad programática o la adaptabilidad. Cada época tiene asociada una tecnología y es nuestro deber sacar el máximo partido a los recursos de los que disponemos.