Entender la arquitectura como agente activo en la recuperación de los entornos rurales y los equilibrios productivos, integrándose en un delicado ecosistema de forma sostenible, es la premisa con la que surge ARE (Architecturefor Rural Environment), una oficina-taller creada desde la asignatura Taller de Integración en la Escuela de Arquitectura, Ingeniería y Diseño de la Universidad Europea de Madrid. Para ello, se establece contacto con un socio externo como Inland/Campo Adentro, una asociación de colaboración socio-cultural que trabaja en distintas localidades rurales de Europa en la interrelación entre el arte, la agroecología y el territorio.
Bajo la tutela de profesores de distintas áreas el curso se inicia con el acercamiento hacia un medio que podría entenderse como ajeno al ámbito académico. A través de un primer proceso de análisis y cuantificación tanto de hechos cotidianos que componen la instantánea inmediata de una comunidad rural, como de aquellos menos obvios y más profundos que construyen la identidad cultural del lugar, se alcanza una lectura más compleja e informada de la realidad y las necesidades, los límites y las oportunidades proyectuales que ofrece.
Como resultado de este proceso, se definen un campo de juego y unas reglas consensuadas para plantear las propuestas. El campo de juego es la aldea de Inland en la cornisa cantábrica, extendido a través de las actividades económicas y de trashumancia de los pastores y las creativas llevadas a cabo por los artistas residentes. Las reglas: trabajar con materiales locales como base estructural y aquellos que no los son como complemento funcional, con un bajo nivel de tecnificación de los procesos e instrucciones legibles para hacer viable la autoconstrucción.
Tras una selección participada entre profesores y estudiantes, se desarrollo el prototipo que se construyó, al finalizar el curso, en el lugar estudiado en la primera fase. Un artefacto a medio camino entre un hórreo reinterpretado y un pabellón de té plegable y desmontable que responde tanto a necesidades primarias (refugio, comida o gestión del agua) como a otras de carácter trascendente (asamblea y mediación con el entorno), con un desempeño mínimo de recursos. Esta situación de precariedad material intencionada obliga a intensificar el ingenio y la arquitectura, concentrándolos en pequeñas, pero potentes dosis.