Jicamarca se sitúa en el distrito de Lurigancho-Chosica poblada por una comunidad campesina que desarrolla una agricultura de subsistencia. Jicamarca está compuesta por comuneros nativos e inmigrantes, cuenta con 25,600 habitantes que conforman 5,800 familias, con una alta tasa de natalidad. Su población es relativamente joven, el 68% lo conforman personas menores de 20 años. Su población se encuentra en extrema pobreza, el 49% de los hogares viven en condiciones muy precarias, sin abastecimiento de agua ni electricidad.
Llegamos a esta pequeña población campesina a través de Agustín Merea, un activista y colaborador con dos colegios de la zona. El colegio en el que trabajamos, Colegio Corazón de Jesús, tenía un patio particular. Es un centro de actividad constante, paralelamente a la labor docente aparecen asociados al patio pequeños bloques de doble altura, los bajos albergan pequeños comercios con precios al alcance de las familias jicamarquinas (pastelería, venta de ropa de 2ªmano, etc), y en el segundo nivel están los talleres de formación para jóvenes (costura, panadería o informática). Las pequeñas ganancias de estos comercios sirven para costear el servicio de comedor ofrecido gratuitamente a todos los alumnos. Los talleres de formación se completan con prácticas en los comercios situados en los bajos. Por último el espacio libre entre los bloques es utilizado como teatro o espacio para eventos.
Pero el elemento protagonista del patio era el ingenioso sistema de "canastas de baloncesto giratorias" todo diseñado, adaptado y autoconstruido in situ. El resultado: porterías y canastas en un sólo elemento. Pudimos conocer al autor de la idea, y trabajar mano a mano con el para el siguiente proyecto del patio.
Construimos unos juegos infantiles reutilizando escombros y materiales de construcción de los que disponía el colegio. La estructura principal está formada por dos canastas de baloncesto inutilizadas, puestas en horizontal y apoyadas sobre bidones rellenos de cemento, y enterradas en su extremo posterior. Estas canastas fueron restauradas y pintadas empleando los colores propios de la los carteles "chicha" (técnica serigráfica sobre colores fluorescentes), que forman parte de la iconografía de los carteles de fiestas populares de cualquier población limeña.A partir de la estructura principal de las canastas se van adaptando diferentes elementos para el juego y la sombra, como neumáticos, pasarelas de bambú o áreas cubiertas con tejidos locales. Ambas estructuras se unen entre sí por unas vigas de bambú de la que cuelgan los columpios.