La casa se ubica en una parcela oblicua y alargada a modo de trapecio achatado, rodeada de muros existentes compuestos por piedra ferruginosa, cuarzo y pizarra, a la manera tradicional local. Su forma afilada intercede en el cruce de caminos de entrada al pueblo de Madriguera, en la provincia de Segovia, junto al campanario de la Iglesia de San Pantaleón, estando rodeada por diferentes edificaciones adyacentes.

Este pueblo forma parte de los pueblos rojos y negros, un enclave geológico muy característico de la Sierra de Ayllón. El paisaje esta enteramente ligado a la composición de los estratos del terreno con una gran presencia de hierro, lo que hace que la tierra tenga un color rojizo, anaranjado o purpura, siempre de gran intensidad, según la mineralogía y la localización específica. Al mismo tiempo, diferentes laderas compuestas de pizarra de macizos pétreos contiguos se intercalan en el serpenteante camino que une los diferentes asentamientos, siendo uno u otro material el utilizado originariamente por sus habitantes para construir estos lugares. 

Estos condicionantes desarrollaron durante siglos una técnica constructiva que alternaba la piedra tierna proveniente de canteras locales, el entramado de madera de los bosques cercanos de pino y roble, y el adobe, de condiciones óptimas por el gran contenido de arcilla del terreno. 

La casa se ha construido junto a uno de los últimos carpinteros locales en activo, conocedor por herencia del oficio de la albañilería y por formación del de la madera. A través de su coordinación y criterio, el proyecto ha accedido a una red de artesanos en localidades vecinas que frente a la urgencia de la disponibilidad y la oferta, colaboran en base a su fiabilidad técnica, destreza y reconocimiento mutuo.

Dado que el proyecto ha contado con una financiación intermitente, la construcción ha avanzado a un ritmo pausado, durante cuatro años de ejecución. Gracias a ello, se ha estrechado la relación con todas las personas involucradas en el proceso, haciendo de las decisiones técnicas y constructivas una conversación colectiva. 

Esta misma estructura de confianza ha permitido delimitar la obtención de recursos y mano de obra a un entorno cercano, de apenas 60km en el caso de los oficios y de 150 km en la distribución de materiales. La madera como material prioritario y de proximidad, ha reducido considerablemente el impacto medioambiental y ha permitido que los carpinteros hayan podido levantar la edificación con agilidad, trabajando previamente en taller, limitando los desplazamientos a los días de montaje. Reduciendo el transporte diario de la obra gruesa y los desplazamientos en busca de distintos materiales, se reduce significativamente las emisiones de todo el proceso constructivo. 

La casa se define por un único trazado lineal, que obedece a razones de orientación, economía constructiva utilizando una misma escuadría de viga para toda la construcción y aprovechamiento de la geometría compleja de la parcela integrando en la cubierta la oblicuidad del muro de contención. A través de esta linealidad, la parcela fuerza la aparición de un paisaje natural interno que, a diferencia de un jardín convencional, integra flora local (encinas, robles, jara), resistente a la exigente composición del suelo y que no consume recursos a lo largo del año, resistiendo las heladas y la sequía.

Dada la marcada orientación de la parcela, la casa funciona como un reloj de sol. Toda su fachada principal se orienta a este, recibiendo el sol de mañana. De esta manera absorbe la radiación atemperando de forma óptima la estancia interior. 

En el núcleo lineal interior se concentra todos los servicios - cocina, espacio de almacenaje, baño y ducha, de manera que la casa se articula en un mismo espacio totalmente flexible, donde solo el mobiliario determina su uso.